La historia de la humanidad se ha desarrollado a través de constantes luchas de clases, derivadas de la dominación del capitalismo sobre la clase trabajadora. La lucha de clases a lo largo de la historia ha traspasado fronteras, configurándose en distintos y diversificados flujos migratorios masivos, tanto continentales como extracontinentales. Los trabajadores migratorios, en su constante lucha en la búsqueda digna de la sobrevivencia, fueron y son sujetos que evidenciaron que el capitalismo y el actual sistema neoliberal de mercado, son los pilares de la casuística social asimétrica y artífices de la lucha entre opresores y oprimidos.
La burguesía internacional, al dominar las fuerzas productivas de la naturaleza, provocó la movilización de trabajadores migratorios, forzados a cruzar fronteras y océanos, convirtiéndose en maquinaria productiva esparcida por todo el mundo bajo el dominio económico y político del sistema de producción para el mercado globalizado. Así, el desarrollo y modernización del capitalismo tuvo en su centro la estrategia objetiva que reside en la creación de una nueva clase social vulnerable que pudiera ser fácilmente explotada y dominada. Así, los trabajadores migratorios y sus familias son considerados fuerzas vivas que operan en la producción del mercado internacional transfronterizo.
A partir de la dinámica histórica centrada en el capitalismo de mercado, los trabajadores migratorios, regulares o irregulares-indocumentados, tanto en el pasado como en el presente, son instrumentalizados y obligados a vender diariamente su propio trabajo. Constituyeron un proceso de pesos y contrapesos: por un lado, son los artífices de la lucha constante por su propia supervivencia y dignidad; por otro lado, son la maquinaria productiva del “capitalismo neoliberal de casino”, según el politólogo Bruno Cava, porque la riqueza se concentra cada vez más en unas pocas manos.
La clase trabajadora migrante es considerada por el sistema de mercado neoliberal como el lumpenproletariado, mano de obra barata que produce riqueza para la élite internacional, con el fin de concentrar más poder y beneficios al sistema capitalista de dominación. En este sentido, en la Encíclica Laudato Si, el Papa Francisco cuestiona el actual sistema económico: “Un desarrollo tecnológico y económico, que no deja un mundo mejor y una calidad de vida integralmente superior, no puede ser considerado progreso” (LS, 194) .
Por otro lado, la solución para que los trabajadores migrantes adquieran la ciudadanía universal pasa por una gobernanza migratoria integral, estrategia que se consolida a partir de las relaciones bilaterales y multilaterales entre las naciones. De hecho, aunando esfuerzos a partir de instrumentos internacionales, será posible facilitar la construcción de políticas migratorias más humanas, adecuadas a los tiempos modernos marcados por la globalización tecnológica.
En este sentido, la clase obrera internacional, compuesta por grandes masas de migrantes, cuyo aporte del fruto de su trabajo constituye un medio de subsistencia, sin embargo, aún más indispensable para producir más capital para la burguesía. Por lo tanto, en la actualidad, la masa de trabajadores migrantes son instrumentos de explotación, por los salarios injustos que reciben, y por políticas migratorias que no se construyen en el marco del derecho internacional humanitario, impidiendo el derecho a la ciudadanía universal plena.
¡Trabajadores migrantes del mundo unidos, para transformar la injusta realidad histórica, “no tenéis nada que perder sino vuestros grilletes”!
Pe. Mauro Verzeletti, CS
Misionero de San Carlos Scalabriniano